La
Antropología Social y Cultural, al analizar el concepto de cultura (en el archivo: La Inclusión Educativa en el ámbito Social y Educativo),
habla de la práctica de una educación intercultural. De igual forma, la
Sociología de la Educación estudias las desigualdades sociales y el papel que
debería tener la escuela ante el conflicto. La exclusión social en la vida de
una persona con una Necesidad Educativa, en situación de discapacidad o
perteneciente a cualquier grupo minoritario, o en situaciones psicosociales
vulnerables, pone de manifiesto el poder institucional para excluir y cómo ello
afecta al bienestar social, emocional y a la autoestima de las personas
excluidas. Con la Inclusión Educativa se pretende que todos los y las
estudiantes, sin ningún tipo de discriminación, consigan el mayor desarrollo
posible de sus capacidades personales, sociales e intelectuales.
Integración y Normalización
Integración y Normalización
En
la década de los 80 se comienza a utilizar a nivel educativo un nuevo término
que da respuesta a la exclusión vivida por mucho tiempo por algunas minorías,
como las etnias o la población con discapacidad, consecuencia de la opresión y
violación de los derechos humanos que han sufrido los diferentes grupos
minoritarios, por los discursos hegemónicos. Es el término de Integración; éste es entendido como un
principio que orienta, ayuda y mentaliza a aceptar que la sociedad esta formada
por seres diferentes. Concibiendo así la integración desde una perspectiva
social reformulando el contexto para responder a una integración no sólo
física, sino a un principio de normalización donde los alumnos sean aceptados y
atendidos de acuerdo a sus características.
Este
concepto de Normalización se refiere
a que las personas con discapacidad puedan acceder a una vida normal con su
condición personal, permitiéndoles la igualdad de derechos y el tener un ritmo
de vida acorde con su edad y contexto. “No se normaliza a las personas, sino al
entorno y al ambiente”. (Gaviria, 1992, p. 29)
De
esta forma la normalización se convierte en una base para la integración, en
especial para la integración escolar, “entendida como la unificación de las
educaciones ordinaria y especial, ofreciendo una serie de servicios a todos los
niños y niñas de acuerdo a sus necesidades de aprendizaje”. (Gaviria, 1992, p.
10)
La
integración escolar debe permitir el desarrollo integral, personal, intelectual
y la autonomía social, a través de algunos principios como:
- Reconocer la educación como un derecho general.
- Cambiar la imagen y concepción que se tiene sobre la discapacidad.
- Concebir la integración como un proceso continuo.
- Elaborar proyectos educativos individualizados.
- Integrar a las personas con discapacidad en instituciones regulares.
- Generar calidad en el sistema educativo para responder a las diferencias individuales.
La
integración de niños y niñas con NE y NEE obliga a importantes modificaciones
en la organización escolar y en la distribución de espacios de aprendizaje que
habrían de ser necesariamente más flexibles.
Inclusión
Pero a partir de aquí, se ha venido dando una confusión entre estos dos términos. Si se ha dado una evolución del concepto de integración, es necesario encontrar el porqué del cambio y vislumbrar la diferencia entre uno y otro.
Pilar
Arnaiz justifica el cambio de término, a la vez que da a conocer las
diferencias, en los siguientes cuatro aspectos:
1. El
concepto de inclusión comunica más claramente y con mayor exactitud, que todos
los niños y niñas necesitan estar incluidos en la vida educativa y social de
las escuelas, del barrio, y en la sociedad en general, no únicamente dentro de
la escuela ordinaria.
2. El
termino integración esta siendo abandonado, ya que implica que la meta es
integrar en la vida escolar y comunitaria a alguien o a algún grupo que esta
siendo ciertamente excluido. El objetivo básico de la inclusión es no dejar a
nadie fuera de la escuela ordinaria, tanto educativa, física como socialmente.
3. La
atención en las escuelas inclusivas se centra en cómo construir un sistema que
incluya y esté estructurado para hacer frente a las necesidades de cada uno de
los alumnos. No se asume que las escuelas y aulas tradicionales, que están
estructuradas para satisfacer las necesidades de los llamados “normales” o la
mayoría, seas apropiadas y que cualquier estudiante deba encajar en lo que ha
sido diseñado para la mayoría. Por el contrario, la integración de estos
alumnos lleva implícita que realmente estén incluidos y participen en la vida
académica. De aquí la responsabilidad del equipo docente de la escuela, ya que
tiene que acomodar ésta a las necesidades de todos y cada uno de sus alumnos.
4. Asimismo,
hay un cambio con respecto al planteamiento de ayudar sólo a estudiantes con
discapacidad. El interés se centra ahora en el apoyo a las necesidades de cada
miembro de la escuela. (Arnaiz, 1996).
Con
este término hay entonces un sentido de comunidad, y el problema ya no es como
integrar a algunos/as estuidantes con NEE, sino cómo desarrollar un sentido de
comunidad y apoyo mutuo que fomente el éxito entre todos los miembros de la
escuela, reconociendo como miembro de la escuela también a la familia. Y así
lograr un trabajo en equipo, donde todos los padres, estudiantes y docentes,
formen vínculos de cooperación y compromiso.
En
cuanto al proceso dentro del aula, los y las estudiantes, clasificados
tradicionalmente con severas y profundas discapacidades, son incluidos en las
aulas ordinarias a través del uso de “círculos de amigos” y otros enfoques
centrados en “conectar” estudiantes y profesores a través de amistades y
relaciones. Estos esfuerzos tienen la finalidad de que toda la escuela
desarrolle un mejor sentido de comunidad. (Arnaiz, 1996).
En
el modelo de integración, los niños con discapacidad pasaban mucho tiempo fuera
del aula recibiendo apoyo. En las escuelas inclusivas ningún alumno sale del
aula para recibir apoyo, sino que el apoyo se recibe dentro del aula, lo que
exige que los recursos estén en la misma y los profesores de apoyo realicen una
importante tarea de coordinación con el profesor tutor. (Arnaiz, 1996).
La
inclusión implica por tanto cambios en la filosofía, el currículo, las
estrategias de enseñanza aprendizaje. Tales cambios no sólo afectan a los
estudiantes con NE y en situación de discapacidad, sino que vas más allá del
alcance de lo que tradicionalmente ha sido considerado como educación especial.
(Arnaiz, 1996).
Con
lo ya mencionado se puede decir cuales son entonces las condiciones de una
escuela inclusiva, he aquí más específicamente:
- Trabajo colaborativo entre profesorado.
- Estrategias de enseñanza – aprendizaje.
- Atención a la diversidad desde el currículo.
- Organización interna.
- Colaboración escuela – familia.
- Transformación de los servicios/recursos destinados a la educación especial.
Para comprender y explicar el fracaso escolar es preciso considerar aspectos políticos económicos y culturales, “por ello autores como Barton (1998), Clark, Dyson y Millward (1998), Oliver (1990); Skrtic (1991) y Slee (1993), entre otros, han criticado duramente esta situación, y han iniciado un proceso de reconstrucción de la Educación Especial como un supuesto medio de asegurar la igualdad, la cohesión y la inclusión.” (Arnaiz, 1996, p. 12).
La
inclusión no se produce por si misma sino que requiere un cambio en la política
educativa y en el funcionamiento de los centros. Esta es contraria a la
competición, es una cuestión de derecho, de equidad, de lucha contra la
desigualdad. Su fin es que todo ciudadano pueda recibir una educación acorde a
sus características, que se constituya en la puesta de entrada a la sociedad
del conocimiento.
Pilar
Arnaiz Sánchez cita los estudios de Rutter y otros (1979) y Morimore (1988), estos hablan del papel de
los centros educativos en asegurar y promover la igualdad de oportunidades para
todos y todas las y los estudiantes, garantizando su formación y progreso
social.
Así
también el currículo juega un papel importante en la transmisión de lo que es
reconocido y valorado en términos del conocimiento y cultura, mediante reglas y
prácticas sociales, (Arnaiz, 2003) quedando inscrito el currículo oculto.
BIBLIOGRAFÍA
- Gaviria, (1992). Por
completar.
- Arnaiz Sánchez, Pilar
(1996). El reto de educa en una sociedad multicultural y desigual. En A.
Sánchez Palomino y otros (Coord.). los desafíos de la Educación Especial
en el umbral del XXI. Almería: Servicio de Publicación de la Universidad,
p. 61 – 90. Universidad de Murcia, España.
- Arnaiz Sánchez, Pilar. (2003). Diversidad y multiculturalidad en las aulas. Indivisa, Boletín de Estudios de Investigación, Nº 4. Departamento de Didáctica y Organización Escolar. Universidad de Murcia.
ELABORADO POR:
Adriana Valencia
Licenciada en Educación Especial (Universidad de Antioquia)
Especialista y Aspirtante a la Maestría en Intervenciones Psicosociales (FUNLAM)
Maestra de Apoyo
Colombia. 2012.